Siempre había querido experimentar cosas nuevas en mi vida sexual y debo admitir que el utilizar un juguete en la intimidad siempre había estado en mi lista de deseos y fantasías. ¿Por qué no probarlos?
Toda mi vida he pensado que el ser humano es morboso por naturaleza y que el dejarse llevar por sus instintos más bajos no los convierte en personas diferentes, por el contrario, demuestra que el deseo y las ganas son más fuertes cuando de sexo se habla.
Llevaba mucho tiempo sola, sin pareja y tampoco nada de sexo, excepto algún rato de placer que me daba cuando me masturbaba, pero siempre las ganas de probar con un vibrador inundaban mi mente y sabía que en algún momento aquella fantasía se debía cumplir.
Hablando con mis amigas, muchas de ellas confesaron abiertamente que tenían vibradores y que los usaban habitualmente. En aquellas conversaciones yo solo escuchaba tratando de entender por qué nunca lo había hecho, total era solo meterme un pene de silicona que sé que me provocaría un sinfín de sensaciones.
Un día llegué a mi casa y para mi sorpresa no estaban mis padres, de hecho, me habían dejado una nota en la nevera -con letra grande- que no vendrían hasta el otro día, ¡qué alivio! pensé. Me quité la ropa, caminé desnuda por toda la casa, como siempre lo hago; me duché con agua caliente y estando allí recordé la conversación con mis amigas y fue imposible no sentir cómo mi vagina comenzó a pedir a gritos un pene. Salí del baño, encendí mi computadora y me metí en Internet, busqué en muchos sexshops y encontré a Bali Sex Store. En la sección de vibradores no sabía cuál escoger, tanta variedad, pensé. Hasta que lo vi, el famoso Vibrador Iris de la marca Svakom que estimula tanto el punto G como el clítoris.
Pasé varias horas deseando que por fin llegara el mensajero con mi paquete, estaba deseando tenerlo, pero sobre todo, probarlo. Estaba intranquila pero deseosa hasta que por fin llegó.
Allí estaba entre mis manos mi primer vibrador, ya no había vuelta atrás. Empecé a estudiarlo y sentía cómo mi vagina se iba poniendo cada vez más húmeda por la excitación que sentía, podía notar cómo se iba humedeciendo mi ropa interior.
Tenía entendido por varias amigas que el Vibrador Iris tiene varios niveles de vibración lo que me iba a proporcionar una mayor satisfacción.
Subí hasta mi habitación, me acosté para estar más cómoda y darle un buen uso a mi nuevo compañero. Abrí las piernas y cerré los ojos con una mezcla de nervios, miedo y deseo, comenzó a vibrar. ¡No lo podría creer!
Uno, dos, tres, cuatro… comencé a contar en mi mente. El deseo y la excitación se iban haciendo más fuerte, mi vagina a medida que iban pasando los minutos más mojada. Me sentía increíble. Mi respiración era rápida y entrecortada, estaba necesitando terminar la faena que había comenzado. Cogí el vibrador y lo metí un poco más hasta que lo tuve todo dentro y sentí sus potentes vibraciones dentro de mí. No tardé ni cinco minutos en sentir por fin el orgasmo. Sentí mi cuerpo estremecerse como nunca, mis músculos aprisionaron a mi nuevo compañero de sexo mientras el placer me llenaba. Seguía moviéndose y vibrando, por lo que la excitación se alargó. Nuevamente sentí otro orgasmo.
Allí estaba yo, desnuda. Con un vibrador en mi vagina, totalmente rendida pero complacida. Lo saqué, lo limpié y lo guardé.
Hoy recuerdo esta experiencia con una sonrisa en mi cara. Nano, como le puse a mi nuevo amiguito, se convirtió en mi amante ideal, de hecho, cada vez que siento ganas lo saco y lo pongo nuevamente a prueba deseando explorar cada vez más diferentes sensaciones.